Por: Martha Retana Zamora.
Si eres del poblado de Milpa Alta
seguramente conoces el Cristo del Santo Entierro que se
encuentra en la parroquia de la Asunción de María. Es una de las tres imágenes
de Jesús que se requieren para la representación de Semana Santa. Es el que
vemos durante la crucifixión y camino hacia el Santo Sepulcro.
Pero lo que seguramente no sabes,
al igual que yo hasta el año pasado, es que existe otro Cristo del Santo Entierro que es mucho más antiguo que el de la
parroquia y que no se encuentra en ninguna iglesia; sino bajo el resguardo de
una familia que le ha dado abrigo desde
hace más ochenta años. Se trata de una imagen de aproximadamente 1.5
metros de longitud, articulada y que cuenta con una cavidad bucal. En su rostro
se aprecian restauraciones no realizadas profesionalmente.
No se sabe con certeza el año de
procedencia ni el lugar en el que originalmente estuvo. Lo que si sabemos,
gracias a la información brindada por la familia Jardines, es que fue rescatado
de entre escombros cuando el señor Pablo Jardines decidió regresar a su hogar,
años después del éxodo de 1916, en el que muchos milpaltenses tuvieron que
abandonar sus casas a causa de la
matanza de amigos y familiares por parte de las fuerzas federales.
Se cuenta que este Cristo fue
hallado en el barrio de los Ángeles, frente a la casa que hoy lo acoge. Las
condiciones en que se encontraba seguramente eran lamentables y muy
posiblemente se le tuvieron que hacer algunos trabajos de restauración. Aunque los recursos eran pocos, dado la
crisis reciente por la que el pueblo acababa de pasar, el señor Pablo,
tatarabuelo de la más reciente generación de la familia, se las arregló para
acondicionarle un sitio en el interior de la humilde vivienda de adobe. Más tarde,
ya en mejor situación se le mandó hacer un oratorio especialmente para él y es
ahí donde lo encontramos, siempre provisto de flores, bellamente ataviado y en
su nicho de cristal.
La familia Jardines por algún
tiempo accedió a prestar esta imagen
para las celebraciones de la Semana Santa en la parroquia de la Asunción, e
incluso quisieron donarlo definitivamente
pero cuentan que cuando iban a trasladarlo, simplemente no lo pudieron
mover. Desde ese entonces lo podemos apreciar en ese lugar. No obstante, el
reconocimiento continúa hasta nuestros
días, ya que el Viernes Santo, por la
noche, cuando se representa el entierro de Jesús, se hace una parada justo
frente al hogar citado en señal de saludo y respeto al viejo Cristo del Santo Entierro.
Por su parte la familia, año con
año, celebra una misa en honor a esta imagen el miércoles de ceniza y se brinda
un pequeño refrigerio a las personas que lo acompañan. Todo esto se lleva a cabo gracias a la unión
familiar que ha propiciado esta imagen y a la Señora Nicolasa Ortiz, madrina del
Santo Entierro. Los hermanos se organizan para aportar su cooperación
económica, comprarle la indumentaria, realizar la limpieza cada semana y
cambiarle flores. Sin duda alguna esta historia es una gran muestra de amor y
de fe.
Abril de 2012.