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lunes, 5 de febrero de 2024

ASENTAMIENTOS, LUGARES Y LIMITES EN EL MAPA DE 1870 DE LA PROPIEDAD COMUNAL DE MILPA ALTA.

Paleografía: Raymundo Flores Melo.

 

Pueblo de La Milpa y su tt[iem]po 1

Los religiosos ex[er]cirtan en administrar 2

Los religiosos estudian en mexicano 3

El Calvario 4

La plaza 5

Varrio de Sn. Mateo 6

Hermita de guadalupe 7

La de porciuncula 8

Sn. Agustin 9

La Concepcion 10

Sta. Cruz 11

Sta. Marta 12

Sn. Pedro Atocpa 13

Sn. bartolome 14

ermita de Sn. Juan 15

Sn. Pablo Oztotepec 16

Sn. Lorenzo 17

Santana 18

Tepenahuac 19

Sn. geronimo 20

Sn. Francisco Tecospa 21

Tecomic 22

El Calvario 23

 

Primer lindero al Norte Teuttitlan 1

Sigue a el oriente Yetecco 2

Ttlaquehpa 3

Maxolco 4

Noxcalco 5

Coyotl yatlian 6

Tecpayocan 7

Tettexalco 8

Cuauhinanco 9

Cuauttetepontitlan 10

Xalcoyoco 11

Noxnamacoyan 12

Cohatlayyecac 13

Tohin yapan 14

Acualtzinco 15

Nepanapa 16

Yquipala 17

Ttetexallo 18

Ocotzocuauyotoc 19

Olollicque 20

Otlayucan 21

Guardatitlan 22

Chichinaucyo 23

Tulmiac 24

Ttetzaqualuca 25

Otlayoyotzin 26

Attlicayotzin 27

Zacapetzinco 28

San Bartolomé 29

Tetlixculco 30

Mexcalco 31

Nican motzacua in cuaxottli.

domingo, 4 de febrero de 2024

UNOS PAPELES DE LA COMUNIDAD DE MILPA ALTA

Por: Raymundo Flores Melo

 

Padre llegó a casa después de entrevistarse con el licenciado Álvarez, uno de los abogados más reconocidos de la región. Él le había entregado una serie de documentos que le sirvieron para ganar un caso a favor de las representación comunal de Milpa Alta. Fueron varias las  vistas y las pláticas con don Ignacio. El contacto de años y la confianza, habían hecho el trabajo de convencerle de la buena intención en la búsqueda de estos papeles.

 

Todos miramos con curiosidad el bonche de hojas que depositó en la mesa. Eran cosas importantes del monte, de la propiedad por la que cientos de vecinos habían luchado y que otros intentaban usufructuar en su beneficio, sin informar y tomar en cuenta  al restos de los habitantes.

 

Intentamos leer el contenido, algo de él borroso, por el tiempo, y por ser fotocopias que los años habían desteñido. La mayoría de las palabras eran legibles, otras no tanto porque habían entrado en desuso o debido a que eran abreviaturas que no coincidían con las que se usan en la actualidad.

 

Era apremiante conocer el contenido, pues cada vez había menos tiempo para poder aportarlos a la Secretaría de la Reforma Agraria y poder ayudar con su contenido a la confirmación y titulación del bosque.

 

Una serie de nombres, tanto en lengua náhuatl como español, salían del texto y retumbaban en las paredes del comedor: parajes, personas, fechas, sucesos iban y venían. Algunos lugares eran reconocidos de inmediato, otros se asomaban entre brumas, algunos más quedaban en una honda incógnita.

 

¿Dónde llevarlos y con quién? Era la pregunta que giraba en torno a estos papeles. Para aportarlos era necesario saber su contenido. ¿Quién los transcribiría? Para eso se necesitaba buscar una persona que supiera hacerlo. La clave de la solución fue una ex alumna de padre: La señorita Martínez Ibáñez que trabajaba en el Archivo General de la Nación.

 

Luego de una breve visita, los pasos de padre se encaminaron, en un largo recorrido, al AGN, donde la señorita Clotilde le presentó a una paleógrafa que realizaría la transcripción del documento. Aunque debería decir documentos, ya que se trataba de varios que iban desde títulos primordiales, hasta pleitos legales que la comunidad de Milpa Alta había tenido con sus colindantes a lo largo de varios siglos.

 

El costo de la paleografía fue financiado con la cooperación de algunos vecinos y de la familia. Los faltantes en los textos fueron completados con la lectura y revisión de los expedientes que posee el AGN, y una vez terminada la paleografía, por fin, pudieron ser aportados a la SRA.

 

Justo por este suceso nace el interés de querer saber, a cabalidad, el contenido de los mismos  y aprender paleografía. La única licenciatura que la brindaba en su plan de estudios era la de Etnohistoria en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y para allá fuimos.

 

Pero esto no fue lo único que despertó la curiosidad, pues la búsqueda de los papeles de Milpa Alta siguió y, nuevamente, el licenciado Ignacio Álvarez jugó un papel importante. Ahora se trataba de las pesquisas de la documentación que había poseído la representación comunal general y que, dividida, había pasado a manos de otras personas para su resguardo. Los recibos mencionaban el nombre de dos personas, una de San Pablo Oztotepec y otra de Villa Milpa Alta.

 

Cada una se había quedado con parte de los papeles,  que al paso de muchos años, los diferentes representantes comunales habían reunido: mapas, pictografías, títulos primordiales y varias transcripciones que fueron gestionadas por los naturales de La Milpa desde la época virreinal hasta el siglo XX.

 

Después de pláticas y reuniones con don Gorgonio, padre logró convencerle de que prestara los documentos que tenía en su poder. Lo primero que se hizo fue mandar a fotografiar el mapa y las seis pictografías y se fotocopió el testimonio de 1870, expedido por el Archivo General y Público de la Nación. Documentos todos que guardan datos importantes sobre la historia de Milpa Alta.

 

Del mapa, lo que más llamó la atención fue su colorido y las mojoneras de la propiedad comunal y sitios importantes de Milpa Alta como son el Exconvento de la Asunción y su huerta, la fuente donde llegaba el agua del Tulmiac, los calvarios (uno en Tecomitl y otro donde está la capilla de la Lupita), la capilla de Porciúncula (hoy iglesia del barrio de la Luz), así como de las ermitas de la mayoría de los pueblos que forman la actual Milpa Alta.

 

En cuanto a las pictografías, son interesante los elementos que contienen: santos, cruces, indios principales, representaciones de elevaciones importantes de la región, personajes históricos y la iglesia de la Asunción como centro de la propiedad comunal, todo ello con anotaciones en español y náhuatl.

 

El Testimonio de 1870, es un tipo de resumen de los litigios que  desde el siglo XVII la comunidad agraria de Milpa Alta tuvo y tiene con algunos de sus colindantes.

 

La documentación que tenía el señor Glafíro Meza, pudimos verla de forma física muchos años después, pues gracias a la acuciosa búsqueda de padre, la conocimos con bastante antelación a que la familia de dicha persona se decidiera a venderla, pues estaban dentro de las decenas de fotocopias que el licenciado Ignacio Álvarez había proporcionado.

 

Que tengas frente a tus ojos este tipo de papeles, hace volar tu imaginación y despierta el interés por saber más, por indagar en la historia del lugar donde naciste, de leer y contrastar con tu realidad, pero sobre todo el placer de contarlo, de escribirlo, y así , volver a vivirlo.

 

Milpa Alta, noviembre-diciembre, 2023.

 

 

sábado, 3 de febrero de 2024

MILPA ALTA, UN PAISAJE CULTURAL

Por: Raymundo Flores Melo

 

Hablar de Milpa Alta, es referirse a una geografía que explica su historia. Su cercanía con la ciudad de México le ha dado tanto ventajas como riesgos. Los elementos económicos, políticos, sociales y naturales que posee, la describen y determinan como un espacio cuyos habitantes han construido una identidad que les ha servido de muralla ante la embestida del crecimiento urbano.

 

Bosques y tierras fértiles, materiales como roca, grava, arena y madera han marcado el vivir de los milpaltenses a lo largo de su historia. Una historia que puede ser relatada desde la época prehispánica hasta los primeros años del siglo XXI.

 

Primero bajo el señorío Xochimilca y después bajo el control de México-Tenochtitlán; de manera posterior como parte de la encomienda de Pedro de Alvarado y, más adelante, durante el virreinato, bajo la protección de la corona española.

 

Los naturales de La Milpa defendieron sus tierras ante los intereses de españoles y otro pueblos de indios , y lo continuaron haciendo usando las armas legales que los diversos gobiernos fueron implementado[1], tanto en lo que fue el reino de la Nueva España como en el México independiente.

 

En el siglo XX participaron en la movilización armada llamada Revolución Mexicana, y en luchas sociales que dieron al problema campesino una organización independiente y visibilidad a escala nacional, como lo fue la creación de la CNPA.

 

La defensa de la tierra ha jugado un importante papel, ha sido un elemento constitutivo de identidad: los milpaltenses no pueden comprenderse sin sus tierras de labor y bosques.

 

LABOR DEL CAMPO

 

El maicito se cultiva

con la primera labor,

y después con la segunda

y además con el montón[2].

 

Adentrado en su día a día, el campesino se dirige, desde muy temprano  a trabajar. Empieza a preparar la tierra, la limpia, la barbecha; permite que la humedad penetre en ella para después proceder a hacer los surcos y depositar la semilla.

 

Al paso de las semanas y meses, hace los diferentes trabajos o labores[3] que permitirán el desarrollo de la planta: de aquel cereal, que  gracias al trabajo de los antiguos mexicanos sigue regalando sustento a las nuevas generaciones.

 

Si bien en Milpa Alta y sus pueblos hay pequeños valles aptos para el cultivo, al ver sus cerros, nos podemos dar cuenta que en el pasado había una mayor explotación de la tierra. De esto dan fe el sinnúmero de terrazas que se observan en cerros, laderas y cañadas, que se encuentran asociadas a otros elementos como tecórbitos, teocholes y tecorrales que  nos hablan del intenso trabajo y explotación agrícola en la zona.

 

No en balde, fue llamada milpa alta. Todo parece indicar que sus cementeras de maíz fueron numerosas y complemento de ese otro sistema agrícola llamado chinampa que se desarrollo en la Cuenca central de México para dar de comer a la ciudad de México-Tenochtitlán.

 

Pero no solamente en la milpa se ha producido maíz, también se siembra frijol, calabaza, haba, papa y otros productos no nativos.

 

¿Quién iba a pensar que los habitantes de Milpa Alta convivieran con vestigios arqueológicos? Los trabajos arqueológicos así lo confirman.

 

 

SOBREVIVIR DEL BOSQUE

 

El bosque tiene un importante lugar en la vida de los milpalteses, les proporciona los materiales con los que se han dado sustento y vivienda a lo largo de su historia. Horcones, vigas, morillos, soleras, tablones, tejamaniles y otros productos vegetales formaban parte de la cotidianidad de la mayoría de los pueblos de nuestra delegación.

 

De tal manera, la construcción de casas, tapancos, corrales, cincolotes y cercados eran posibles gracias a la explotación de los recursos forestales, así como de otras plantas, como el maguey, del que puede utilizarse el quiote, las pencas y el ixtle.

 

El zacate o zacatón fue utilizado para cubrir los techos de las casas. En tanto que los tallos de la planta llamada tepecha o tepechia servían para formar los corrales y paredes de las casas humildes.

 

Todo ello, conjuntado con una gran cantidad de roca que, por ser zona volcánica, abunda en la demarcación, ha forjado la fisonomía – aún hoy día – de la alcaldía Milpa Alta.

 

Hasta la primera mitad del siglo XX era posible observar casas techadas con tejamaniles, que son un tipo de tabla labrada de manera tosca, sobre los cuales eran colocadas piedras con la finalidad de mantenerlos en su lugar y que el viento no se los llevara. En la década de los cincuenta, empiezan a ser sustituidos por las tejas[4].

 

Todavía podemos ver sus antiguos caminos, calles y casas de piedra con tejados de dos aguas, sus bardas perimetrales cercanos a las tierras de labor.

 

En cuanto a los tipos de árboles utilizados para la cocción de comidas, carnes y panes[5], podemos enumerar el aile, el madroño, el ocote y el abeto, maderas muy socorridas hasta los años setentas del siglo XX, cuando empezó a generalizarse el uso del gas.

 

LA COMIDA

 

La hora de comer, frente al fogón o tlecuil, donde  sobre el comal se calienta la comida y se echan las tortillas gruesas, azules; se hace presente el chiquihuite con su servilleta para que no se enfríen; más allá el molcajete y tejolote para moler jitomate, chile, cebolla, ajo y sal para hacer la salsa que acompañe los alimentos. La olla de café negro o un té proveniente del monte para acompañar la comida.

 

Como olvidar el proceso de nixtamalización que inicia con poner a cocer los granos de maíz con cal. Luego lavarlos y, ya libres de la cáscara, llevarlos al molino, o bien, como lo hacían las abuelas, molerlo en el metate, hasta que con ayuda del agua y del metlapill, adquiriera la consistencia propia de masa para hacer tortillas en el comal de barro o metal.

 

Recordando también cuando las mujeres milpaltenses, tostaban en un comal maíz rojo para después molerlo y convertirlo en pinole para preparar un rico atole, tan socorrido para las mañanitas de los santos patronos y otras celebraciones.

 

Del trabajo para batir la masa junto con la manteca de cerdo y lograr el punto exacto que permita dar consistencia al tamal.

 

Se hacen diferentes tipos de tamales para desayunos y cenas, como son los verdes de carne; o aquellos que en las fiestas del pueblo son los mejores acompañantes del mole negro: los de alverjón y frijol.

 

Del monte milpaltense también salía el zacate que se ponía al fondo de los peroles para cocer – al vapor – esos ricos tamales.

 

Y no debemos olvidar los hongos, que los hay en gran variedad, y que hasta hoy día hacen la delicia de los paladares  milpaltenses en temporada de lluvia.

 

MIGRAR A LA CIUDAD

 

Los campesinos de Milpa Alta producen lo mismo que antaño, sin embargo, los avances tecnológicos y los cambios económicos en el país, harán que sus pasos, de manera paulatina, dejen de dirigirse al campo. Sus ojos están puestos en las oportunidades comerciales y de trabajo que la ciudad de México les brinda.

 

La migración a la gran urbe inicia. Algunos milpaltenses dejan de trabajar la tierra y se vuelven comerciantes. El viaje es largo y para muchos es mejor encontrar una casa en la ciudad para ya no transitar tanto.

 

Las colonias relativamente cercanas a los mercados empezaron a llenarse de personas con fuerte ascendencia campesina, con gente acostumbrada al trabajo físico, con personas dedicadas a abrir la tierra con el arado y sembrar el maíz, a hacer  su propia comida, ropa y a trabajar el cerdo, desde su cruza, hasta la venta de una gran variedad de derivados del mismo. Estas habilidades, además de su trabajo en fábricas, oficinas y otras dependencias, les ayudarán a sobrevivir, a mantenerse y crear un pequeño capital.

 

Pese a la lejanía, estos migrantes internos, encontraron la manera de continuar ligados a sus comunidades: ya sea cooperando para sus festividades patronales o ayudando en mejoras materiales. Y claro, visitando su terruño de vez en cuando.

 

Si duda, transitar por los doce pueblos de Milpa Alta, es reencontrarse con una historia que todavía es muy nuestra.

 

 

 

 

Octubre 2023.

 

 

 



[1] LÓPEZ CABALLERO, Paula. Indígenas de la nación…

[2] VILLANUEVA ROJAS, Fidencio. Aztecacuicame. Cantos Aztecas. México, GDF/PAPO, 2006, p. 39

[3] El de a uno se realiza cuando la planta alcanza de 35 a 40 cm; el de a dos a los 65 o 70 cm; y el montón cuando tiene aproximadamente metro y medio.  Véase “Cultivos tradicionales y nuevos en Ohtenco” de Roberto Galino Islas  en GÓMEZ CÉSAR, Iván. Historias de mi pueblo. Concurso testimonial sobre la historia y cultura de Milpa Alta. México, CEHAM, 1992, p. 140. Vol. IV

[4] MADSEN, Wiliam. Los niños de la virgen

[5] Véase “Vida cotidiana en Santa Ana Tlacotenco” de Librado Silva Galeana en Tlalocan, Vol. XI, México, 1989, UNAM,  pp. 179-189