Por: Raymundo Flores Melo
Don
Antonio Bermejo, nacido en 1903, natural del barrio de Santa Martha, proporciona
de manera breve y precisa la localización del lugar: es “donde está ahora el juzgado y la policía”[1], es
decir, en la contra-esquina de la iglesia de la Asunción; aquella formada por
las calles México Norte y Jalisco Poniente en Villa Milpa Alta, sitio donde
antaño había un aljibe[2].
El
nombre del lugar hace referencia a un elemento arquitectónico que recibe la denominación
de capitel o chapitel que es una pieza piramidal o cónica que sirve como remate
a una columna o torre.
Su
importancia histórica radica en un suceso que ha quedado grabado en la memoria
milpaltense como la matanza o masacre de
Chapitel.
El
número de fusilados varía según la fuente consultada. Por ejemplo, doña Luz
Jiménez - nacida en 1897 - nos dice que “Nomás faltaron cinco hombres para que
hubieran sido doscientos los muertos”[3]. Por
otro lado, el señor Bermejo menciona que pudieron ser entre “diez o veinte o
más”[4].
En
tanto, la fuente oficial señala que las fuerzas constitucionalistas hicieron
ciento diez y seis prisioneros, de los cuales cuarenta y seis fueron fusilados
por encontrárseles armas en las manos[5].
Es
importante mencionar que, para la fecha del suceso, Luz Jiménez era una mujer
joven de diez y nueve años, en tanto que Antonio era un niño de trece. Por tanto,
tenemos dos percepciones: una la de la mujer a la que no le fue permitido salir
hasta la madrugada del siguiente día[6]; y la
del niño que, junto con sus madre, pudo darse cuenta de los hechos por estar en
una de las esquinas del atrio de la iglesia.
El
parte de combate, que hace referencia a lo sucedido en el Chapitel, tiene fecha
de 16 de octubre de 1916. Según este documento, las acciones militares
empezaron dos días antes, cuando las tropas federales salieron de Xochimilco a
las ocho, pasado meridiano, rumbo al Teuhtli, lugar al que arribaron las once
de la noche.
Al
siguiente día, eso de las seis de la mañana, el general Joaquín Amaro Domínguez[7]
emprendió la marcha contra Santa Ana Tlacotenco. La acción marchó bien para el
ejercito federal, tanto por el flanco izquierdo y la parte central, no así por
el lado derecho, pues las fuerzas encargadas del ataque no se presentaron[8],
dejando libre el paso para la huida de los zapatistas.
Aun
así, las fuerzas del gobierno al mando del coronel Pedro J. Almada y del
general Amaro, capturaron los pueblos de Milpa Alta, San Pedro Atocpan, San
Pablo Oztotepec y Santa Ana Tlacotenco, que ha decir, del periódico El Nacional[9],
fueron abandonados por los zapatistas.
Lo
sucedido en Milpa Alta, nos los cuentan dos testigos:
Luz Jiménez, quien perdió a su padre y
tíos durante el hecho, deja asentado el suceso de la siguiente manera:
“Y un día sacaron los carrancistas a los
hombres de sus casas, a los niños de quince años, a los de doce o trece años, a
los viejos, a los jovencitos, a los hombres fuertes y los mataron a todos en el
atrio de la iglesia”
“Los sacaron como a las seis de la mañana.
Sólo una descarga echó la ametralladora. Así los mataron”
“Estuvieron tirados todo un día y una noche.
[Todas las mujeres no sabíamos nada; nos quedamos encerradas en las casas…]”
“[Con los azadones y machetes de los hombres
todas las mujeres y muchachas de Milpa Alta rascaron las fosas en el atrio de
la iglesia] para enterrar a sus maridos, padres e hijos. Pero como eran tantos
los hombres que habían matado, echaron a ocho o diez muertos en cada fosa y los
taparon con tierra…”[10]
Antonio Bermejo, que califica como “matazón bárbara” los sucesos de Chapitel
nos relata:
“… la segunda vez en que regresó Joaquín
Amaro… Mando a las tropas a buscar a las casas de todo el pueblo a los
hombres…”[11]
“… los fusilaron a todos con una ametralladora…”[12]
“A media calzada, por la entrada de la
iglesia más o menos como a unos quince metros, hicieron una fosa grande, ancha.
Ya cuando se calmaron los tiroteos, las mujeres que estaban acá, de distintos
lugares y grupos se armaron de valor, -‘vamos a ver’,- dijeron. Regresaron
llorando… Entre seis mujeres traían a los difuntos en un costal… Los ponían al
borde de la fosa, no se usaban sacos como ahora, era un triángulo que le
llamaban quechquemitl y nomás la pura cara les tapaban… Otras, con su mandil
sucio, roto, nomás la cara les tapaban y ¡órale, adentro!
Y nosotros adentro de la iglesia, mi mamá me
tapaba la cara con la orilla de su rebozo y me decía: ‘No, no veas. No veas’,
pero yo curioso, quería ver…”[13]
Algo
similar cuenta Guadalupe Arenas, originaria
de Villa Milpa Alta, quien al principio de la década de los noventa del siglo
XX contaba con cien años de edad:
“Cuando pasamos cerca del mercado, donde
ahora está la comandancia, que fue donde fusilaron a la gente, ¡haga usted de
cuenta que era un rastro!¡La sangre, toda la sangre en el camino! ... Los
difuntos estaban en manos del general, quien nos dijo que si conocíamos a
alguno, lo fuéramos a enterrar.
Le dijimos que no. Como ahí había otras
señoras, nos dijeron: ‘A ver, ayúdenos, vamos
a escarbar para enterrarlos, nomás los enredamos en rebozos’. Y los
enterramos, pues ahí, como fuera, por que si no se los iban a comer los
animales. La matanza fue el día 15. Entonces fue el 16 cuando nos fuimos otra
vez”[14].
La
masacre de Chapitel fue un suceso lamentable para Milpa Alta, pues sus hombres
fueron obligados a salir de sus casas para luego, de manera sumaria, ser ametrallados por la
tropa del gobierno de Venustiano Carranza, dejando muchos huérfanos y viudas
desamparados.
Cabe
mencionar que, al final del parte militar, se informa de los seis heridos y un
muertos por parte del ejercito federal, anunciando después que: “el teniente José Pichardo que manejaba una
ametralladora se suicidó intencionalmente ignorándose la causa”.
Luego
vendría el éxodo, la salida de los milpaltenses rumbo a Xochimilco o a la
ciudad de México, así como a algunos lugares del Estado de México y Morelos;
tardarían unos años en regresar a sus hogares y reiniciar, con arduo esfuerzo, la
vida.
Agosto de 2016.
[1] TORRES PUEBLA, Alejandro. et al. Frente
al Tlecuil. Relatos tradicionales de Milpa Alta. México, GDF/PAPO,
2004, p. 92
[2]
VÁSQUES REYES, René. “Profesor Fidencio
Villanueva Rojas” en el número 1 de la revista Teuctzin del año 2002, p.
13
[3] HORCASITAS,
Fernando (recop.). De Porfirio Díaz a Zapata. Memoria Náhuatl de
Milpa Alta. México, UNAM; 1968, p. 135
[4] TORRES PUEBLA, Alejandro. Op. cit. p. 94
[5] Parte
militar expedido por la Comandancia Militar de México dirigido al general
Álvaro Obregón, Secretario de Guerra y Marina, fechado el 16 de octubre de
1916. La copia digital del mismo, fue proporcionada al autor por el señor David
Elizalde Sánchez.
[6]
HORCASITAS, Fernando. Op. cit. p.
133
[7] Para
1914, Joaquín Amaro era general de brigada del ejercito constitucionalista.
[8] La
columna que no se presentó eran las que estaba a cargo del general Amarillas.
[9] “En
el cerro del Teutli fueron duramente escarmentados los zapatistas” El Nacional [México] 18 de octubre de
1916: p.1A, col. 4 y 5
[10] HORCASITAS,
Fernando. Op. cit. pp. 133 y
135
[11] TORRES PUEBLA, Alejandro. Op. cit. p. 92
[12]
Ibíd., p. 94
[13]
Ibíd., p. 94
[14]
GOMEZCÉSAR, Iván. Pueblos arrasados. El zapatismo en Milpa Alta. México,
GDF-Secretaría de Cultura, 2009, p. 109