Por: Raymundo Flores Melo
El niñito: criatura, / tortolita,
pequeñito, / tiernecito, bien alimentado… /
Como un jade, una ajorca, / turqueza
divina, / pluma de quetzal, /
cosa preciosa, / la más pequeñita, /
digna de ser cuidada…[1]
Las
fotografías, las imágenes, también son una fuente para la historia. De ellas se
puede rescatar parte del pasado. Su contenido puede leerse y complementar la
información recabada en otros documentos.
La
importancia de la imagen radica en que muchas veces nos permiten saber cosas
que las fuentes escritas han dejado de lado.
Sin
embargo, para poder interpretar o leer una imagen, se debe conocer el contexto
y tiempo en que fue elaborada, así como la motivación que llevó a realizarla.
Y
justo, el texto Los Niños de la Virgen
de William Madsen, nos proporciona estos elementos. Tenemos a un pueblo de
origen nahua cercano a la Ciudad de México, donde se conservan algunas costumbres
con raíz prehispánica. El tiempo, son los primeros años de la década de los
cincuenta del siglo XX; y el autor es un investigador norteamericano en busca
de los descendientes de los aztecas.
En
1952, William Madsen llega a Milpa Alta, y en uno de sus doce pueblos emprende
una investigación etnográfica. Su labor abarca algunas áreas de la vida de los
habitantes de San Francisco Tecoxpa, mismas de las que dan fe las imágenes que colecta
durante su estadía de dieciséis meses[2].
Lo
primero de lo que uno se da cuenta, al hojear el libro, es la gran cantidad de
fotografías dedicadas a los infantes: las hay desde que son niños de brazos
hasta las de aquellos que están en la adolescencia.
En
cada una de las composiciones fotográficas resalta la manera en que los infantes
son integrados a la comunidad, reproduciendo toda una serie de actividades que
forman parte de su cultura y que, por ende, los preparan para su vida futura.
Todo ello relacionado - de manera estrecha - con la tradición prehispánica,
donde el niño era considerado “la base de la continuidad social” e inclusive comparado con el maíz[3].
De
esta manera, tenemos a una niña que juega a moler maíz en un metate, ante la
mirada de otra pequeña y la compañía algunos adultos - que posan para la foto -
durante una celebración.
Pero
también encontramos cuatro niños jugando a las canicas o la foto en la que una niña y un niño – frente a una
habitación - disfrutan hacer casitas con lodo. De igual manera, está la del
niño al lado de una llave de agua con una pixica en la mano, es decir con un
globo hecho con el buche de un guajolote : los rostros de los infantes reflejan
alegría, desasosiego, curiosidad o sorpresa pero nunca indiferencia, están
atentos a lo que ocurre.
Por
otro lado, están aquellos que desempeñan actividades más cercanas a un trabajo
formal: Los más grandes con carros de baleros que eran usados para transportar
diferentes tipo de cargas, pero también para jugar, dejando que lo inclinado de
las calles imprimiera velocidad a los pequeños vehículos; o aquellos vendedores
de pulque que llevan a cuestas cuero y medida para despachar el neutli[4]; y la
fotografía de aquel niño que con un rebozo, carga a otro más pequeño, haciendo
la función de pilmama[5].
Algunos
niños aparecen acompañando a su madre, hermanos o algún animalito pero también
los hay solos, caminando por las calles empedradas de Tecoxpa, en los patios y
traspatios de sus casas, con su vestimenta cotidiana, o con su ropa limpia,
casi listos para ir a la fiesta.
La
fiesta del pueblo es el pretexto ideal para mostrar, en medio de una salva, la
presencia de una organización que hasta hoy día perdura, la de “la muchachada”[6] que
porta los cohetes que se han de ir aventando durante el recorrido a la iglesia.
O aquellos niños que se divierten trepados en torno a una cruz labrada en
piedra, misma que era adornada con flores cuando algún infante fallecía, y que
ahora ocupa la parte superior de la entrada al atrio[7].
La
religión católica ha jugando un importante papel en la organización de las
comunidades de Milpa Alta. Ha sido el lazo que ha mantenido vigente la
organización comunitaria, que ha ayudando a mantener la identidad de los
pueblos de Milpa Alta, misma que esta ligada de manera estrecha con la
propiedad comunal y la virgen de la Asunción, patrona de los milpaltenses.
Si
nos preguntamos como era San Francisco Tecoxpa y la mayoría de los pueblos de
Milpa Alta hace casi setenta años, como vestían sus habitantes y a que se
dedicaban, las fotografías de William Madsen, de inmediato darán respuesta
devolviéndonos la mirada.
Diciembre de 2018.
[1]
Códice Matritense, citado en SANTIAGO GÓMEZ, Arnulfo Uriel de. La letra niña. Raíces mesoamericana y
colonial de la literatura infantil en México. México, CELTA
Amaquemecan/CONACULTA, 2013, p. 21
[2] FARFÁN CAUDILLO, Miguel Ángel. Milpa Alta. Tradición, cultura y lengua
náhuatl. Autores y obras. México, SEDEREC,
2016, p. 80
[3]
SANTIAGO GÓMEZ, Arnulfo Uriel de. Op.
cit, p. 21
[4]
También se puede encontrar como neutle: pulque.
[5]
Niñera o la persona que carga niños.
[6]
Charla con Víctor Hugo González Chimal, del día sábado 15 de septiembre de
2018.
[7] Misma
charla con González Chimal, quien ha dado seguimiento, por medio de sus
familiares, a las personas de Tecoxpa que aparecen en las fotografías de
William Madsen.