Por: Raymundo Flores Melo
Martes
19 de septiembre de 2017; era la una de la tarde con catorce minutos. Un sismo de
7.1 grados en escala de Richter, originado entre los estados de
Morelos y Puebla estremeció con fuerza la Ciudad de México. El sureste de la
capital, que en sismos anteriores fue poco afectado, ahora sufría sus embates.
La
tecnología en comunicación y las redes sociales hicieron posible conocer de
manera inmediata lo sucedido: la torre de la iglesia grande de Milpa Alta había
colapsado. La iglesia de la Asunción de María, cuya primera fase constructiva
inició en el siglo XVI, se quedaba sin campanario, con graves afectaciones en
su interior y torre del reloj, así como en su barda perimetral y entrada
principal.
Las
personas – en su mayoría jóvenes desalojados del colegio de bachilleres - que
pasaban en ese momento por la calle Michoacán experimentaron temor por la caída
y la gran nube de polvo que se levantó, cuando campana y rocas se precipitaron
contra una las bardas contiguas al templo.
Disipada
la polvareda pudo verse el daño. Casi de manera inmediata vecinos de la
comunidad se acercaron a ver lo sucedido y conforme fueron pasando los minutos,
los pobladores llegaban y miraban estupefactos su iglesia derruida.
Muchos
de ellos habían sido bautizados y casados en su interior; varios habían acudido,
por lo menos, una vez en su vida a misa o alguna de las conmemoraciones de Semana
Santa, Candelaria y fiesta patronal del 15 de agosto.
El
templo había servido de manera cotidiana para muchas fotografías que los
milpaltenses guardan en el cajón de recuerdos, o en su memoria como un sitio
donde pasar el rato sentado en sus bancas o jugar en sus jardines.
La
expresión de las personas que se acercaban era de incredulidad y tristeza. Miraban
con unos ojos que presagian despedida.
Algunas
horas después, los mayordomos acudieron al templo para sacar a las imágenes y
resguardarlas en mejor lugar. Sobre los daños a la patrona de Milpa Alta: “se fracturó su dedo y se lastimó su rostro”[1],
escribió un joven de la localidad al día siguiente.
Una
vecina expresó su sentir en torno al suceso:
“alguien dijo -la iglesia sufrió daños. Y al
voltear a ver, sentí como si me hubieran arrancado un pedazo de mi, se estrujó
mi corazón. Podrán pensar -es sólo un inmueble- pero un monumento que por años
se ha visto majestuoso, imponente y que resguarda los secretos de todo un
pueblo desde S.XVI. Regresé a casa... Fuimos a ver a mi abue; Alejandra Silva.
La acompañamos a ver la iglesia de la Asunción de María porque para ese
entonces ya estaba enterada de los daños. Su mirada lo dijo todo. A ella, estoy
segura, también se le estrujó el corazón. Muchos adultos se acercaban a visitar
la iglesia, como para darle consuelo”[2].
En
las primeras imágenes que salen a la luz pública, encontramos el interior del
templo vacío, sin bancas, únicamente colgando en sus paredes los cuadros de
grandes dimensiones, entre los que destacan el alto-relieve La Asunción y coronación de la virgen y
el exvoto que da cuenta de un naufragio.
Tierra
y pedazos de roca tirada en algunas partes del piso, que junto con varias
grietas, dan evidencia de la afectación
de nave y cúpulas.
Gracias
a los drones pudimos apreciar los daños desde el aire; afectaciones que, sin
duda, llaman a pensar sobre el futuro de la iglesia de Milpa Alta. Hasta el
momento en que se escriben estas líneas no hay reporte sobre los daños
estructurales. Esperemos que pueda ser restaurada y siga siendo parte del
patrimonio cultural de todos los milpaltenses.
22 de septiembre de 2017.