Por: Raymundo
Flores Melo*
Hace algunos años salió a la luz información que permitió saber cuándo empezó a representarse la Semana
Santa en Milpa Alta, de cómo en 1899, finalizando el siglo XIX, los señores
Juan Lara y Reyes Taboada dieron inicio a la tradición y del nombre de sus
continuadores, entre los que destaca Alberto Fuentes Cruz, quien desde 1931 fue el
encargado – por largo tiempo - de su dirección, y de las personas que le
siguieron en la labor: Facundo Laguna (don
Concho), Arturo Gómez, Sergio Meza, Cruz Abad y Mario Galicia[1],
hasta llegar a la actualidad con Miguel
Agustín Jiménez Medina.
Empero su celebración en la región bien puede ser
posterior y remontarse a la época virreinal, pues en un mapa de la propiedad
comunal (1690)[2]
se encuentra, en lo que espacialmente sería la iglesia de “La Lupita”, el
dibujo o pintura de una crucifixión.
Sin duda esta representación de la semana mayor,
que mezcla a Santos y personas, se ha vuelto entrañable para una buena parte de
los milpaltenses que practican el catolicismo.
Desde el domingo de Ramos comienza la celebración.
Teniendo como fondo música de banda de viento, Jesús, en su advocación de
“Jerusalén”, vestido de blanco con túnica roja y montado en un burro, es bajado
en hombros por sus apóstoles a la iglesia “grande” de Milpa Alta - la Asunción
de María - donde el cura, después de la misa, bendice las palmas adornadas con
flores que los feligreses llevan al
templo en recuerdo del episodio neo-testamentario de la entrada de Jesús a
Jerusalén. La imagen de Jesús coronada de un resplandor dorado y en posición de
bendecir, es paseada por algunas de las calles principales del pueblo, cuyas
esquinas son adornadas con palmas y papel crepe rojo y blanco en forma de
flores o moños.
La siguiente parte de la representación es la del
jueves santo. Da inicio en la iglesia de la Asunción con la “última cena” y el
posterior lavatorio de pies a las personas que representan a los apóstoles por
parte del sacerdote. Ritual que nos hace tener presente el trato que Jesús
dispensaba a las personas y que, sin querer, trae a la memoria uno de los
relatos del maestro Xochime, en el que el cura del pueblo, para enderezar el
camino de unos borrachos, hace que estas personas participen en la
representación como apóstoles, con el consiguiente episodio bochornoso, en el
que uno de ellos llega en estado etílico y al dormirse ocasiona algunos
desmanes[3].
Este día dentro de la iglesia se puede percibir el
olor a manzanilla, mezclado con el de las naranjas que adornan el templo. A los
asistentes que dejan su limosna se les regala manojos de manzanilla y pequeños panes
mandados a hacer para la ocasión, también se prepara agua de chía.
Después de este rito, el “divino maestro” es
suplido por la imagen del “divino salvador”, aquella representación de tamaño
real que impresiona por su mirada baja y el dolor reflejado en el rostro, cuyo
cuerpo, de pies a cabeza, esta cubierto de llagas y heridas. Los apóstoles
transportan la imagen, vestida de blanco y con una banda blanca en el pelo, a
la iglesia del barrio donde se efectuará el “prendimiento”. Hasta este “huerto
de los olivos” llega Judas con los soldados romanos a tomarle preso y
maltratarle. Es cuando “Malco” lo abofetea y su mano ennegrece.
A partir de aquí y a los largo del siguiente día se
dejará escuchar la música característica de chirimía y tambor, misma que
acompañará los pasos siguientes de la representación y a los actores por las
calles principales y barrios de Milpa Alta.
Jesús es llevado ante los sumos sacerdotes judíos y
después encerrado. La cárcel, decorada con ramos de manzanilla y guías de
naranjas, se instala en la iglesia principal, allí el “divino salvador” es
resguardado por la soldadesca hasta el día viernes, cuando es llevado ante las
autoridades romanas y judías. Va de un lugar a otro para ser juzgado y
sentenciado a muerte por el procurador de Roma. Es lo que se llama la “visita
de las siete casas”. La gente del pueblo va siguiendo, de lugar en lugar, del
primer cuadro, cada uno de los episodios.
Luego de la condena vienen los momentos más
dramáticos del evento: su comparecencia ante Poncio Pilatos, la flagelación en
la iglesia de “La Lupita” ; la colocación de la cruz para que el “divino
salvador” la lleve a cuestas; el encuentro de Jesús con su madre, María
Magdalena y su discípulo Juan que se realiza tradicionalmente en la parroquia
de Santa Marta, y, claro, cuando “la Verónica” le limpia el rostro y este queda
estampado en el lienzo, y de allí, el paso a la iglesia “grande”. A partir de
este momento, las tres imágenes de la virgen y los dos santos mencionadas se colocan tras Jesús y lo siguen en su camino
al Gólgota junto a los cientos de milpalteses asistentes.
El momento culminante es la crucifixión en la
Asunción que también es el Monte Calvario. En esta etapa de la escenificación
“el divino Salvador” es sustituido por el Cristo del “santo entierro”, imagen
que también sirve para esta etapa debido a las articulaciones de sus brazos ya
que cuenta con un mecanismo que hace manar “sangre” a la hora que uno de los
soldados lancea uno de sus costados. Jesús crucificado yace entre los ladrones
Dimas y Gestas. A un lado ya esta preparada con antelación el féretro de
cristal que será llevado en andas a lo largo de “la procesión del silencio”
cubierto con un lienzo negro. El tañer de las campanas es suplido por el de las
matracas en las ceremonias religiosas.
Por la tarde el Cristo es bajado de la cruz y
colocado en su caja mortuoria. La cruz, adornada con una tela blanca es adorada por los asistentes. El
Cristo es velado y luego transportado en hombros y antorchas a la iglesia del
barrio de la Luz. En ese lugar, entre cantos y plegarias, se pasa todo el
sábado de gloria. Se oye a lo lejos – debido al lugar donde se localiza la
iglesia - el lamento de los apóstoles y de los creyentes que los acompañan.
Perdón, oh
Dios mío,
perdón e
indulgencia,
perdón y
clemencia,
perdón y
piedad…
Es digno de mención que en ese barrio, los vecino
encargados de la iglesia, brindan a todos los asistentes café negro y cocoles,
tal y como se hace en un velorio milpaltense tradicional.
El domingo por la mañana, entre el repique de
campanas, cuetes y música de banda Jesús es bajado, todo vestido de blanco: el
“divino maestro” ha resucitado de entre los muertos. Ha triunfado ante la
muerte y regresa glorioso de los infiernos.
Cabe señalar que antes, es decir, unos cincuenta
años atrás, las personas de Milpa Alta guardaban un mayor respeto en torno a
estas festividades, pues no se escuchaba música durante estos días y el
silencio era roto por el ruido de la matraca; los santos de los altares
particulares eran tapados con paños como en la actualidad se sigue haciendo en
la iglesia de la Asunción. El domingo de resurrección, por la tarde, dan inicio
los Huehuenches.
*Integrante del
Consejo de la Crónica de Milpa Alta y vecino del barrio de la Concepción.
[1] FUENTES, Miguel Agustín. “La
Semana Santa en Milpa Alta, CX años de tradición y misticismo” en la Revista Nosotros, Número 119, del mes
de octubre de 2008, 33-38 pp.
[2] Lo
mismo puede verse en el mapa expedido el año de 1870 por el Archivo
General y Público de la Nación a petición del pueblo de San Pablo
Oztotepec y que es copia del antes mencionado.
[3] FLORES
ARCE, José Concepción. Quetzaltlahtolli, palabra náhuatl contemporánea. México,
GDF-PAPO, 2005, pp. 139 - 153.