-La llegada del agua de Monte Alegre-
Por: Raymundo Flores Melo
Durante el gobierno del presidente Abelardo Luján Rodríguez, el 27 de noviembre de 1934 se inauguran los acueductos de Monte Alegre, por parte del entonces Jefe del Departamento del Distrito Federal, Aarón Sáenz Garza. Para esa fecha, el general Lázaro Cárdenas del Río era el presidente electo de México.
El origen de este episodio se encuentra un año antes, para ser más exactos, el 27 de mayo de 1933, cuando un habitante de Milpa Alta, le pide agua, al gobernante del D.F. La fotografía es elocuente, nos presenta al regente junto a un anciano con pelo y barba blanca, vestido con camisa y calzón de manta. El viejo, va a solicitar “agua. no para ellos, los ancianos que estaban cerca del sepulcro, sino para sus generaciones futuras”[1].
La obra emprendida debe entenderse como un proyecto que planteaba abastecer de agua a una gran parte de los pueblos y colonias de la capital del país, y subsanar uno de los problemas de la cada vez más grande ciudad de México.
Los pueblos milpaltenses beneficiados fueron los doce que integran la actual alcaldía, quienes desde la época virreinal fueron abastecidos por una cañería que bajaba desde el volcán Tulmiac hasta el centro de la Asunción-Milpa Alta.
El problema del desabasto de nuestros pueblos data desde su fundación por parte de los franciscanos. De ello dan fe los títulos primordiales de Milpa Alta, donde los frailes y la virgen de la Asunción toman un papel importante, pues la búsqueda del agua proporciona el contexto a partir del cual se plantea la fundación de varios asentamientos que, al pasar del tiempo, darán origen a nuestras comunidades y barrios.
Según los títulos primordiales, la carencia de agua tenía preocupados a los franciscanos que habían llegado a evangelizar la región, así que se dieron a la tarea de buscarla. Las primeras veces fue de manera infructuosa, hasta que Miguel Telles, natural de Tláhuac, les dijo que él la encontraría.
Volvieron a recorrer todos los cerros hasta llegar al Tulmiac. En ese lugar Miguel llamó al cerro y apareció una mujer muy linda a quien invitó a pasear a La Milpa, ella le contestó que si vendría y llamó a sus hermanos: el totoatl y el teguanatl. Después ordenó la construcción de un jagüey y que se dijera una misa. Así se hizo. Al otro día manaba agua por tres diferentes lugares. Al paraje se le denominó San Juan Tulmiac.
De igual manera la señora linda mandó buscar un lugar con siete cuevas para construir su iglesia y después desapareció. El templo fue construido en el paraje denominado Chicomoztoc que se encuentra en la actual Villa Milpa Alta[2].
Los naturales de la Milpa, junto con otros pueblos vecinos, empezaron la construcción de un caño que por largo tiempo surtió de agua a la Asunción Milpa Alta. Esta cañería llegaba a una fuentecita que estaba en el centro del pueblo, misma que podemos admirar en el mapa de 1690 de la propiedad comunal.
Sobre la construcción de este pequeño acueducto existe un documento en el AGN donde, en el año de 1594, el virrey Don Luis de Velasco II, responde “a una petición de los indios del pueblo de Asunción Amilpa, en el distrito de Xochimilco”[3], para poder destinar dos reales por cada tributario para los materiales de la construcción de la cañería.
En dicho documento se les concede el uso de real y medio para las obras y el otro medio real para el sustento de los religiosos franciscanos, así como la dispensa del trabajo personal en lo que duraban los trabajos[4].
Al pasar el tiempo, esta fuente de abastecimiento resultó insuficiente y también fue origen de desavenencias entre algunos de los pueblos, principalmente San Pablo Oztotepec y San Salvador Cuauhtenco, quienes destruían el canal[5] o envenenaban el agua para perjuicio de unos y otros.
1886 se efectuó una reconstrucción con dinero y trabajo de los habitantes de la zona, cuando era presidente municipal Miguel Padilla. En este renglón, cabe mencionar que el trabajo que realizaron “doscientas mujeres e igual numero de hombres”, fue encabezado por el párroco Rosendo Pérez[6]. Es decir, había colaboración entre las autoridades religiosas y civiles.
La última reparación del citado acueducto se realizó en 1907, bajo el porfiriato, cuando se pusieron, en algunos tramos, tubería de cemento[7], pero la cantidad de agua por poblador siguió siendo la misma, es decir insuficiente.
Es hasta después de terminada la revolución mexicana, cuando las autoridades emanadas de dicho movimiento armado buscaron que la justicia social llegara a esta zona sur del entonces Distrito Federal, iniciaron los trabajos para buscar otro lugar de abastecimiento, la cual se encontró en Tlalpan, en el sitio llamado Monte Alegre. Después de realizar los estudios pertinentes empezaron la construcción.
Un habitante de Oztotepec, así narra la labor en torno a la llegada del agua:
“Y óiganlo bien camaradas
lo que les voy yo a contar
para que el agua llegara
a Milpa Alta en general
Y en ese cerro más alto
que en Monte Alegre se ve
dicen que allí está el encanto
la mayor parte lo cree
Ya empezaron a echar trazo
y atravesando los cerro
demostrando su trabajo
toditos los ingenieros
Y los pueblo con fatiga
trabajaron día con día
por las pesadas subidas
tendieron la tubería
Por las partes tan quebradas
no podían entrar camiones
cargando con las espaldas
así la subían los peones
Los peones y barreteros
empezaron a escarbar
y en seguida los tuberos
luego, luego a conectar…”[8]
Así, hasta que el ya mencionado 27 de noviembre de 1934 se realizó el “Festejo” por la llegada del agua en tres pueblos de la delegación: San Antonio Tecómitl, San Pedro Atocpan y Milpa Alta, donde se develaron placas y un monumento[9] que dieron constancia del suceso. En dicho evento participaron el profesor Fidencio Villanueva Rojas y el entonces delegado Francisco del Olmo como oradores principales, personajes que trabajaron por la educación y el desarrollo de Milpa Alta y sus pueblos.
Octubre de 2024.
[1] DDF-Dirección de Aguas y Saneamiento. Acueductos de Monte Alegre. México, Imprenta Mundial, 1934, p. 11
[2] FLORES MELO, Raymundo. En la Milpa Alta, historias y crónicas. México, SEDEREC, 2016, pp. 86 y 87
[3] MUSSET, Alain. El Agua en el Valle de México. Siglos XVI-XVIII. México, Pórtico de la Ciudad de México/Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 1992, p.83
[4] Ibíd., p. 83
[5] DDF-Dirección de Aguas y Saneamiento. Op. cit. p. 39
[6] Ibíd., p. 39
[7] Ibíd., p. 40
[8] El autor de este corrido se hace llamar Ulicona. La versión transcrita fue recogida por el señor Pascual Gallegos Palma, cronista de San Pablo Oztotepec.
[9] El monumento a la llegada del agua se encontraba en los jardines de la explanada delegacional y fue destruido bajo la administración de Víctor Hugo Monterola Ríos. También existe un cartel donde se enumeran los eventos a realizar durante la inauguración.