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domingo, 21 de agosto de 2016

CHAPITEL, DOMINGO 15 DE OCTUBRE DE 1916.


Por: Raymundo Flores Melo

Don Antonio Bermejo, nacido en 1903, natural del barrio de Santa Martha, proporciona de manera breve y precisa la localización del lugar: es “donde está ahora el juzgado y la policía[1], es decir, en la contra-esquina de la iglesia de la Asunción; aquella formada por las calles México Norte y Jalisco Poniente en Villa Milpa Alta, sitio donde antaño había un aljibe[2].

El nombre del lugar hace referencia a un elemento arquitectónico que recibe la denominación de capitel o chapitel que es una pieza piramidal o cónica que sirve como remate a una columna o torre.

Su importancia histórica radica en un suceso que ha quedado grabado en la memoria milpaltense como la matanza o masacre de Chapitel.

El número de fusilados varía según la fuente consultada. Por ejemplo, doña Luz Jiménez - nacida en 1897 - nos dice que “Nomás faltaron cinco hombres para que hubieran sido doscientos los muertos”[3]. Por otro lado, el señor Bermejo menciona que pudieron ser entre “diez o veinte o más”[4].

En tanto, la fuente oficial señala que las fuerzas constitucionalistas hicieron ciento diez y seis prisioneros, de los cuales cuarenta y seis fueron fusilados por encontrárseles armas en las manos[5].

Es importante mencionar que, para la fecha del suceso, Luz Jiménez era una mujer joven de diez y nueve años, en tanto que Antonio era un niño de trece. Por tanto, tenemos dos percepciones: una la de la mujer a la que no le fue permitido salir hasta la madrugada del siguiente día[6]; y la del niño que, junto con sus madre, pudo darse cuenta de los hechos por estar en una de las esquinas del atrio de la iglesia.

El parte de combate, que hace referencia a lo sucedido en el Chapitel, tiene fecha de 16 de octubre de 1916. Según este documento, las acciones militares empezaron dos días antes, cuando las tropas federales salieron de Xochimilco a las ocho, pasado meridiano, rumbo al Teuhtli, lugar al que arribaron las once de la noche.

Al siguiente día, eso de las seis de la mañana, el general Joaquín Amaro Domínguez[7] emprendió la marcha contra Santa Ana Tlacotenco. La acción marchó bien para el ejercito federal, tanto por el flanco izquierdo y la parte central, no así por el lado derecho, pues las fuerzas encargadas del ataque no se presentaron[8], dejando libre el paso para la huida de los zapatistas.

Aun así, las fuerzas del gobierno al mando del coronel Pedro J. Almada y del general Amaro, capturaron los pueblos de Milpa Alta, San Pedro Atocpan, San Pablo Oztotepec y Santa Ana Tlacotenco, que ha decir, del periódico El Nacional[9], fueron abandonados por los zapatistas.

Lo sucedido en Milpa Alta, nos los cuentan dos testigos:

Luz Jiménez, quien perdió a su padre y tíos durante el hecho, deja asentado el suceso de la siguiente manera:

Y un día sacaron los carrancistas a los hombres de sus casas, a los niños de quince años, a los de doce o trece años, a los viejos, a los jovencitos, a los hombres fuertes y los mataron a todos en el atrio de la iglesia

Los sacaron como a las seis de la mañana. Sólo una descarga echó la ametralladora. Así los mataron

Estuvieron tirados todo un día y una noche. [Todas las mujeres no sabíamos nada; nos quedamos encerradas en las casas…]

[Con los azadones y machetes de los hombres todas las mujeres y muchachas de Milpa Alta rascaron las fosas en el atrio de la iglesia] para enterrar a sus maridos, padres e hijos. Pero como eran tantos los hombres que habían matado, echaron a ocho o diez muertos en cada fosa y los taparon con tierra…[10]

Antonio Bermejo, que califica como “matazón bárbara” los sucesos de Chapitel nos relata:

“… la segunda vez en que regresó Joaquín Amaro… Mando a las tropas a buscar a las casas de todo el pueblo a los hombres…”[11] “… los fusilaron a todos con una ametralladora…[12]

A media calzada, por la entrada de la iglesia más o menos como a unos quince metros, hicieron una fosa grande, ancha. Ya cuando se calmaron los tiroteos, las mujeres que estaban acá, de distintos lugares y grupos se armaron de valor, -‘vamos a ver’,- dijeron. Regresaron llorando… Entre seis mujeres traían a los difuntos en un costal… Los ponían al borde de la fosa, no se usaban sacos como ahora, era un triángulo que le llamaban quechquemitl y nomás la pura cara les tapaban… Otras, con su mandil sucio, roto, nomás la cara les tapaban y ¡órale, adentro!

Y nosotros adentro de la iglesia, mi mamá me tapaba la cara con la orilla de su rebozo y me decía: ‘No, no veas. No veas’, pero yo curioso, quería ver…[13]

Algo similar cuenta Guadalupe Arenas, originaria de Villa Milpa Alta, quien al principio de la década de los noventa del siglo XX contaba con cien años de edad:

Cuando pasamos cerca del mercado, donde ahora está la comandancia, que fue donde fusilaron a la gente, ¡haga usted de cuenta que era un rastro!¡La sangre, toda la sangre en el camino! ... Los difuntos estaban en manos del general, quien nos dijo que si conocíamos a alguno, lo fuéramos a enterrar.

Le dijimos que no. Como ahí había otras señoras, nos dijeron: ‘A ver, ayúdenos, vamos  a escarbar para enterrarlos, nomás los enredamos en rebozos’. Y los enterramos, pues ahí, como fuera, por que si no se los iban a comer los animales. La matanza fue el día 15. Entonces fue el 16 cuando nos fuimos otra vez[14].

La masacre de Chapitel fue un suceso lamentable para Milpa Alta, pues sus hombres fueron obligados a salir de sus casas para luego,  de manera sumaria, ser ametrallados por la tropa del gobierno de Venustiano Carranza, dejando muchos huérfanos y viudas desamparados.

Cabe mencionar que, al final del parte militar, se informa de los seis heridos y un muertos por parte del ejercito federal, anunciando después que: “el teniente José Pichardo que manejaba una ametralladora se suicidó intencionalmente ignorándose la causa”.

Luego vendría el éxodo, la salida de los milpaltenses rumbo a Xochimilco o a la ciudad de México, así como a algunos lugares del Estado de México y Morelos; tardarían unos años en regresar a sus hogares y reiniciar, con arduo esfuerzo, la vida.


Agosto de 2016.



[1] TORRES PUEBLA, Alejandro. et al. Frente al Tlecuil. Relatos tradicionales de Milpa Alta. México, GDF/PAPO, 2004, p. 92
[2] VÁSQUES REYES, René. “Profesor Fidencio Villanueva Rojas” en el número 1 de la revista Teuctzin del año 2002, p. 13
[3] HORCASITAS, Fernando (recop.). De Porfirio Díaz a Zapata. Memoria Náhuatl de Milpa Alta. México, UNAM; 1968, p. 135
[4] TORRES PUEBLA, Alejandro. Op. cit. p. 94
[5] Parte militar expedido por la Comandancia Militar de México dirigido al general Álvaro Obregón, Secretario de Guerra y Marina, fechado el 16 de octubre de 1916. La copia digital del mismo, fue proporcionada al autor por el señor David Elizalde Sánchez.
[6] HORCASITAS, Fernando. Op. cit. p. 133
[7] Para 1914, Joaquín Amaro era general de brigada del ejercito constitucionalista.
[8] La columna que no se presentó eran las que estaba a cargo del general Amarillas.
[9] “En el cerro del Teutli fueron duramente escarmentados los zapatistas” El Nacional [México] 18 de octubre de 1916: p.1A, col. 4 y 5
[10] HORCASITAS, Fernando. Op. cit. pp. 133 y 135
[11] TORRES PUEBLA, Alejandro. Op. cit. p. 92
[12] Ibíd., p. 94
[13] Ibíd., p. 94
[14] GOMEZCÉSAR, Iván. Pueblos arrasados. El zapatismo en Milpa Alta. México, GDF-Secretaría de Cultura, 2009, p. 109