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sábado, 20 de julio de 2013

EL ZAPATISMO EN MILPA ALTA. DEL CHICHINAHUTZIN AL ZÓCALO.


Por: Raymundo Flores Melo*.

Recordar es vivir. Frase que bien puede aplicarse al libro El zapatismo en Milpa Alta. Del Chichinautzin al Zócalo. La presencia de los hombres y mujeres del campo, así como de los partícipes de la gesta armada, llamada revolución mexicana, se deja sentir a lo largo del libro. Tanto en unos, como en otros, se hace patente la búsqueda de un ideal: la restitución de las tierras despojadas, es decir, la lucha por el bien de una colectividad; ya sea tratándose de personajes con liderazgo regional, como el precursor de la lucha por la tierra, Julio López Chávez – originario de Chalco -, o bien un coronel zapatista o una persona común y corriente.

Han pasado más de cien años del inicio de la revolución, ya han muerto sus participantes, sin embargo, en muchos de los pueblos del centro-sur de nuestro país todavía quedan algunas personas en cuyas memorias se recrean estos hechos y los heredan con orgullo a sus hijos, algunos valiéndose de la oralidad, otros de un medio más moderno como es la grabadora.

Cuando una gente interesada en la historia de su pueblo, en su “historia matria", se topa con estos hallazgos, es difícil que no los comparta. Este es el caso que ahora nos ocupa.

En su trabajo como cronista el profesor Manuel Garcés Jiménez[1]  se ha encontrado con un sin fin de datos, con muchas historias de vida, pequeñas narraciones y documentos que ahora forman parte de un libro, libro que se suma felizmente a otros más que hablan sobre el zapatismo en el sur del Distrito Federal.

En El zapatismo en Milpa Alta. Del Chichinautzin al Zócalo, el profesor Manuel Garcés, a partir de unos textos y entrevistas con la gente anciana, reconstruye – valiéndose de estos testimonios - lo que pudieron ser los caminos que los campesinos de la región seguían rumbo a la Ciudad de México para vender su mercancías.

“…la señora Teresa Chavarría Flores, nativa de San Antonio Tecómitl, quien nació en el año de 1918, recuerda que cuando tenía 5 años llegaba con su familia al embarcadero de Ixtayopan para navegar en la enorme canoa que se deslizaba suavemente por las tranquilas aguas provenientes de Amecameca, continuando por las orillas de la ciudad de aquellos años también conocido como ‘Canal de la Viga’ y desembocando las aguas hasta Santa Anita, por donde ahora se encuentra el Metro ‘Santa Anita’. Medio de transporte por donde mucha gente de Milpa Alta salía huyendo por los estragos que causaba la Revolución[2].

Pero no sólo eso, enriquece su trabajo al localizar una grabación con una entrevista realizada al profesor Quintil Villanueva Ramos sobre su hermano, el coronel zapatista Timoteo Villanueva, donde se da relación de la forma de actuar de estos revolucionarios después de la muerte del caudillo suriano y de cómo los generales zapatistas pasan a las filas del obregonismo, en tanto, que los de menor jerarquía realizan una serie de trabajos  humildes y mal pagados para poder sobrevivir.

“… al verse esa gente a reconcentrarse a la capital y ver la pobreza en que vivían, muchos jefes zapatistas, generales, coroneles y capitanes también comenzaron a desertar, muchos de ellos se vinieron a la capital, aquí  pues trabajaron unos de albañiles, otras de cargadores, otros vendían leña en los mercados, otros vendiendo fruta en las calles, de tal manera que Don Everardo González cuando buscaba (decía) donde está fulano, ‘¿dónde está el general fulano?, no está el coronel’, ya unos desertaron, ya se fueron, ‘¿a dónde se fueron?’ a México, ´bueno, y en México qué hacen?’, y les decían el oficio que desempeñaban, ‘hay que gente, si yo los llegara a encontrar, los mandaba a descansar para siempre…’ pues esa desbandada… entonces, esa desbandada también se generalizó…”[3]

No puede dejar de mencionarse el hallazgo de un documento, en el registro civil de Milpa Alta, donde se da fe de la incursión que hizo  el general Genovevo de la O a esa comunidad el 29 de marzo de 1920, con cuatrocientos hombres armados; zacapela que duró de las cuatro de la tarde a las ocho de la noche y cuyo saldo fue la quema de la Comandancia de policía y de las cajas de petróleo que se utilizaba para el alumbrado público[4].

Igualmente encontramos la manera en que se plantea la promulgación del Plan de Ayala por el incumplimiento de Francisco I. Madero, así como la ratificación del mismo en San Pablo Oztotepec, el 19 de junio de 1914, ratificación necesaria ante la caída del maderismo y la instauración de Vitoriano Huerta en la presidencia de la república. 

Aunado a lo anterior, están las historias relativas a los dos Everardo González, a Pánfilo Cabello (“el general Ayate”), la generala Soraya y una larga lista de los revolucionarios de Milpa Alta y pueblos aledaños.

El zapatismo en Milpa Alta. Del Chichinahutzin al Zócalo, editado bajo el sello de Quinto Sol, es un libro recomendable para todo aquel interesado en el movimiento zapatista y la historia de Milpa Alta en lo particular, pues proporciona datos poco difundidos que incrementarán el saber de este periodo histórico.

*Miembro del Consejo de la Crónica de Milpa Alta.


[1] Manuel Garcés Jiménez nace el 24 de diciembre de 1948 y desde muy joven se interesa por el rescate de la historia de su comunidad. En 1970 es publicado, en el periódico El Día, su primer artículo, dedicado a la aparición de San Antonio de Padua en el paraje Tecontitla de su pueblo natal. En 1979 inicia su carrera docente, tanto de secundaria como de bachillerato. En 1992 es uno de los ganadores en el concurso “Historias de mi pueblo” como resultado a su labor de rescate de la historia local. A lo largo de buena parte de su vida se ha dedicado a hacer crónica sobre los pueblos de Milpa Alta y sus alrededores.
[2] GARCÉS JIMÉNEZ, Manuel. El zapatismo en Milpa Alta. Del Chichinautzin al Zócalo. México, 2013, Quinto Sol, pp. 15 y 16
[3] Ibíd. p. 66
[4] Ibíd. pp. 55 y 56